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Mi Japón: Ciudades, Mar y Magia 2025

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Autor Eliany Caballero

Mi Japón: Ciudades, Mar y Magia 2025

Mi Japón: Ciudades, Mar y Magia


Un viaje profundo entre templos, tecnología y tradición


Por: Eliany Caballero


Algunos viajes empiezan mucho antes del primer vuelo: con una idea, un sueño o una conversación que se queda dando vueltas. Japón no fue una elección al azar. Fue un destino pensado, esperado y, por momentos idealizado.


Veintiún días entre trenes de alta velocidad, templos milenarios, sake, y cenas dignas de estrellas Michelin. Desde la hiperactiva Tokio hasta el silencio espiritual de Kioto, pasando por un crucero de diez noches, esta aventura fue un regalo para los sentidos. Y como los mejores regalos, me sorprendió a cada paso.


De Panamá al otro lado del mundo


Salir de Panamá rumbo a Japón no es exactamente un salto corto, pero la emoción puede más que el jet lag. Con una maleta cuidadosamente armada (sin mucho margen para souvenirs, ya lo verán), abordé el vuelo con esa mezcla de ansiedad y felicidad que solo sentimos los viajeros empedernidos.


Aterrizar en Tokio es como meterse en un cómic futurista. Todo brilla, todo se mueve, todo está muy limpio y parece diseñado para asombrarte. Estuve tres días en la capital y siento que solo recorrí una cuarta parte.


Ahora, hablemos de lo primero que me hizo reír apenas llegué: los baños. Los famosos inodoros japoneses con sus múltiples botones, chorritos a distintas temperaturas, secador ¡y hasta música! Algunos reproducían melodías relajantes, otros imitaban sonidos de agua para disimular lo que haya que disimular. La primera vez no sabía qué botón presionar. Me reí sola. Una experiencia, sin duda, inolvidable.


Moverse por Tokio no es imposible, pero definitivamente no es como andar por Europa. Casi nadie habla inglés, mucho menos español. Y los menús en los restaurantes pueden parecer obras de arte incomprensibles si no tienes ayuda. Por suerte, habíamos contratado un guía de habla hispana… ¡un año antes! Un acierto total.


Recorrimos el templo Senso-ji en Asakusa, la calle comercial de Nakamise, disfrutamos de un espectáculo de sumo con almuerzo incluido, paseamos por Ginza y alucinamos en el museo interactivo teamLab Planets. También visitamos el Santuario Meiji, el cruce de Shibuya y la estatua de Hachiko. Tokio es inabarcable y fascinante. La roomate más foodie del universo me acompañaba y en cada lugar que podíamos me hacia probar algo raro (muchas veces no me atreví).


Princess Cruises: Japón desde el mar


El embarque en el Diamond Princess fue como entrar en otra dimensión. Cabina con balcón, servicio impecable, todos los licores, comida “normal” y atardeceres que parecían sacados de un lienzo.


Este barco fue construido para el mercado japones, solo realiza rutas en Japón y varían constantemente, por tal motivo los pasajeros pueden reservarlo con dos salidas contiguas (back to back) e itinerarios diferentes. Esto les puede permitir darle la vuelta a la isla de la mejor manera.


Cada día despertaba en un nuevo puerto: Hiroshima, Nagasaki, Kochi, Kobe… Lugares cargados de historia, belleza y emociones intensas. Hiroshima y Nagasaki, en particular, me marcaron profundamente. En ambas ciudades visité los museos de la bomba atómica. Experiencias conmovedoras, silenciosas, duras y necesarias. Salí de allí con el corazón encogido, pero también con una profunda admiración por la resiliencia del pueblo japonés.


En Kobe, la esperada experiencia con la carne más premiada del mundo “La carne de Kobe” fue todo lo que imaginaba y más. Preparada frente a mí, acompañada con vegetales y un buen vino.


Navegando la última mañana antes de desembarcar, desde mi balcón se vía el Monte Fuji en todo su esplendor, verlo con tanta claridad es una bendición, la gran mayoría del tiempo la vista esta obstruida por la niebla.


Kioto y Osaka: tradición, bambú y luces


Desde Yokohama tomamos el tren bala hacia Kioto. Rápido, puntual, limpio y tan cómodo que debería ser patrimonio de la humanidad.


En Kioto visitamos el templo Kinkaku-ji (el Pabellón Dorado), nos vestimos como geishas para participar en una ceremonia del té, paseamos por el barrio Gion y disfrutamos de esa atmósfera antigua, llena de elegancia y calma. Recorrimos el mercado y ahí decidimos comprar la segunda maleta, porque ya iba a explotar la que llevábamos, y el carry-on no daba para más.


Camino a Osaka hicimos una parada mágica en el bosque de bambú de Arashiyama, un lugar que parece de otro planeta. Visitamos el Castillo de Osaka, imponente y rodeado de jardines amplios. Luego recorrimos Dotonbori y Shinsaibashi, dos barrios que parecen una mezcla entre Times Square y feria gastronómica. Una noche nos dimos un festín de carne waigyu.


Fue una despedida perfecta: llena de sabor, luces y buena energía.


Volver, pero diferente


Japón fue mucho más que un destino turístico. Fue un desafío, una sucesión de sorpresas, un contraste constante entre lo antiguo y lo moderno. Y también fue un recordatorio de que el lujo no siempre está en las estrellas del hotel, sino en los momentos únicos que te regala un viaje como lo son: la buena compañía y una sonrisa detrás de un mostrador sin idioma en común.


Tips y Recomendaciones


Un destino que combina historia milenaria con tecnología de vanguardia, donde cada experiencia es única y memorable.


No te pierdas la oportunidad de vivir esta increíble aventura, Japón definitivamente se merece un lugar especial en tu bucketlist de viajes.


Galería del Viaje

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